lunes, 3 de enero de 2011

Escapar de Barcelona


Capitulo 5

Barcelona, Septiembre de 1989.


A unos 20 metros bajo tierra, trás una puerta metálica gris, con el logotipo de “Aigües de Barcelona”, Alexandros se limpiaba las manos de la sangre de Federic.
Tras enfundarse unos vaqueros y una americana de pana color Camel, se colocó una linterna en la cabeza, similar a la que utilizan los espeleólogos. Guardó el hábito en una bolsa negra mientras respiraba profundo para intentar tranquilizarse, después de lo que acababa de hacer.

-Se suponía que lo mas difícil ya habia pasado. Pensaba nervioso.
 Había planificado cuidadosamente todos los detalles de aquella operación durante sus últimos cinco años en la cárcel y ahora le parecía que todo transcurría demasiado rápido.
Por un instante recordó su antigua celda en Cienpozuelos, donde perdió su tiempo, su honor y donde había sufrido toda clase de episodios terribles y humillantes, habida cuenta de cómo tratan en la cárcel a los condenados por delitos sexuales a menores.
Ahora, disponía de una media hora para abrir el maletín, cambiarse de ropa y salir para confundirse en la multitud. Treinta minutos era más que suficiente para aquella operativa, pero no contaba con la combinación de seguridad del maletín. Temía que el contenido pudiese emitir una señal de radiofrecuencia que les permitiera localizarle, por eso quería abirlo lo antes posible.

De pronto volvió a pensar en la cárcel. Se hubiera vuelto completamente loco, de no ser por su deseo de vengarse. Castigar a los responsables de su encarcelamiento y verles sufrir como él había sufrido, era lo único que le hizo soportar aquel martirio a manos de otros presos, mientras instituciones penitenciarias hacia la vista gorda.
¿Qué destino podía esperar a un convicto? Se rumoreaba que el gobierno español estaba corrompido hasta el tuétano. Se decía que el ministerio del Interior estaba asesinando a etarras con grupos paramilitares. Así que aquellos abusos y violaciones sistemáticas eran una anécdota. Su única opción era que sus colegas del club Bildelberg le apoyaran y pagaran un buen abogado.
Pero David Rockefeller y Federic Rettinger le habían dejado de lado, como a un perro. Pudriéndose en una cárcel extranjera. ¡Si al menos hubiese conseguido la extradición a Italia!, el indulto del Governo De Mita le hubiera librado de aquellas penalidades.
El rencor y la ira eran su combustible vital. No deseaba la muerte a aquellos hijos de puta que le habían traicionado, quería verles sufrir.
Pero ahora se encontraba en una sala de mantenimiento, repleta de tuberías oxidadas, canalizaciones, contadores y llaves de paso. Un rumor de agua, similar al zumbido de un enjambre le impedía concentrarse. Había estudiado minuciosamente la antigua red de alcantarillado de Barcelona, que databa de la época romana, aunque se encontraba en una parte reformada del siglo XIX.
Quería abrir la maleta sin destrozar el contenido. Tenía que pensar rápido. Se habia comprometido a conseguir su contenido. Se colocó unas gafas de aumento y comenzó a manipular las cerraduras con ayuda de una pinza magnética y un destornillador de precisión. Se trataba de un mecanismo imposible de manipular que impedía cualquier cambio exterior. Podía llegar a ver las guardas, muelles y resortes, pero temía dejar el mecanismo totalmente bloqueado.
Comprendió que la maleta era inexpugnable a la manipulación exterior, así que sacó un dossier de la bolsa y comenzó a buscar combinaciones de 4 dígitos, entre cientos de papeles y fotografías de su ultimo portador.
Comenzó a probar con fechas importantes en la vida de Federic Rettinger como su año de nacimiento, el de sus hijos, su boda, el año de fundación de sus empresas, las matrículas de sus coches...
1989, 1988, 1987,1942, 1876, 3645….Ninguna de las combinaciones dio resultado.
Empezó a maldecir su suerte. No podía perder más tiempo, su situación era delicada. Tenía que salir y debía hacerlo en los próximos diez minutos.
Recogió las partes más importantes de su equipo, abandonando lo que no era necesario y cerró tras de si la puerta del cuarto en el que se encontraba. Pudo escuchar sirenas provenientes del exterior. Comenzó a correr por un laberinto de galerías subterráneas, mientras sentía como el aire infecto de los desagües le colapsaba la garganta.
Sabía que el exterior seria una trampa y tenía que evitar la calle, había amputado salvajemente un miembro a un importante magnate francés y estaba en peligro. Pasadas una serie de bifurcaciones,ascendió por una tubería con escalones para llegar al Passtge de Batilló. Una galería comercial construida hace muchos años años, con unicamente dos tiendas abiertas. El resto de locales permanecían cerrados o habían sido dedicados a fines poco comerciales, como clases particulares, almacenes, y locales de ensayo.
Como consecuencia de la decadencia mercantil del edificio, salir a la calle por aquella zona le proporcionaba el anonimato necesario. Había observado aquel lugar a conciencia, y tras observar que nadie transitaba por los bajos, levantó una pesada alcantarilla y salió de forma ágil y desapercibida. Ascendió por las escaleras hasta la puerta principal y un destello de luz, iluminó sus ojos.
Cruzó la calle, con el maletín en la mano y se dirigió a un edificio cercano, la Clinica Figarola. El trafico y los transeúntes consiguieron que nadie se fijase especialmente en Alexandros, salvo un par de adolescentes que le observaron con deseo. Los italianos siempre han levantado pasiones, y las habitantes de Barcelona no era inmunes a su encanto.
Atravesó con seguridad la doble puerta blanca de la clínica, y quizá por pura sugestion, percibió el típico olor de los centros sanitarios, donde se mezclan los productos desinfectantes. La luz blanca de los fluorescentes daba al lugar una atmosfera francamente desagradable. Varias personas esperaban a ser atendidas, otras hacían cola en los ascensores. Leyó el directorio hasta encontrar el laboratorio y la zona de diagnostico.
Atravesó el hall, rumbo a las escaleras, y nadie le preguntó nada. Ascendió hasta el último piso subiendo las escaleras de dos en dos. Le pareció increíble la poca seguridad del lugar, no tenia malas intenciones, de momento.
Una vez allí, paro un instante, para tomar aire y comenzó a buscar hasta que encontró un pasillo sin gente. Localizó el pulsador de incendio, rompió el cristal y pulsó la alarma.
Un timbre empezó a sonar y la gente comenzó a evacuar el edificio, más molesta por perder su turno, y tener que salir que concienciados del incendio, puesto que el humo o el calor eran inapreciables.
El caos de camillas, personal sanitario y pacientes, comenzó a ser importante.
Le resultó facilísimo encontrar el área de Rayos X, debido a las indicaciones del aspa que indican la presencia de radiación. Al ser un area sin enfermos, estaba desierta.
Empujó la puerta y pudo ver el equipo de apariencia futurista, y los signos de que todo había sido abandonado a toda velocidad.
Posó el maletín sobre una camilla, atravesó la instancia y pulso el control de la máquina. Centro el aspa como si de una cámara fotográfica se tratara y escuchó el sonido del obturador al abrir y cerrar.
Había visto hacer esto antes, y como todo estaba preparado, solo tuvo que recoger la parte donde queda impresa la imagen. Reveló la placa, sumergiendo el papel de plata en una solución.
-El proceso fue realmente fácil, si tienes unas nociones básicas de revelado. Pensó. Y al comprobar que la radiografia se veia correctamente, sonrió.
Guardó la radiografía de la maleta y salió de la habitación y de la zona de rayos. El personal de seguridad ya estaba registrando la planta. El caos era total, aunque se percibía que había sido una falsa alarma. Se colocó una bata de médico, y atravesó el camino de vuelta.

-Perdone, diríjase a las zonas señalizadas, aunque parece que alguien ha activado la alarma. 

-Realmente no hay ningún incendio en el hospital. Le indicó un guarda de seguridad.

-De acuerdo. Respondio

Una vez en la planta baja, vio que la puerta de urgencias estaba abierta, asi que dejo la bata en unos asientos y salió del edificio.
El viento que corria en Via de les Corts Catalanas, le golpeo la mejilla, refrescando su nariz del ambiente cargado del hospital. La luz solar le infundió animos y paró un taxi.

-Por favor, al aeropuerto del Prat. A la terminal de vuelos internacionales.

Mientras el coche le conducía a las afueras de la ciudad, apoyo la radiografía en el cristal hasta ver que entre la multitud de piezas que componían el cierre de la maleta, las muescas correspondientes a los digitos 2011 estaban ligeramente diferenciados del resto.
Fueron alejandose del area metropolitana, y conforme lo hacían, los edificios eran de menor altura y calidad. Se internaron en una zona industrial y pudo ver como la silueta de las fábricas recortaba el cielo, con tuberias, silos, y todo tipo de gruas y estructuras.

-Por favor, pare un momento en esta gasolinera, necesito ir al baño.

Alexandros se bajo del taxi, entro en el baño de la gasolinera y se encerró en uno de los retretes. Espero unos instantes, y al no escuchar ningun ruido, procedio a introducir el código en mecanismo que bloqueaba el cierre que se liberó dejando a la vista su contenido: El maletin encerraba una caja de madera negra con un escudo del lino tallado en la madera, dos leones y un castillo.
Salio del baño abandonando la maleta vacia y con la caja de la mano. Se montó en el taxi y retomaron su camino.
Abonó las 6.400 pesetas que le costó la carrera, y se bajó del coche con su inseparable hallazgo.
Subio las escaleras mecánicas de la terminal, y compró en un kiosko un ejemplar de un periódico nuevo que acababa de salir ese año, llamado “El Mundo”. La copia descarada del nombre francés le pareció ridicula y pueblerina. Tambien compro agua por si le entraba sed en el vuelo.
Sacó el billete de avión que habia recogido hacia unos dias en la agencia y su pasaporte. Comprobó en los monitores que el vuelo de Iberia IB7681 con destino Bangok y escala en Londres salia en una hora. Atravesó el control y se acercó a una cabina telefónica. Introdujo una moneda y marcó un numero internacional.

-Pronto. La missione è terminata. Io prenderò l'aereo. Pronunció en su lengua materna.

Colgó y se sentó cerca de la puerta de embarque.
La misión estaba completada, y como consecuencia de la caida del nivel de adrenalina sintió un profundo cansancio. Tomó la caja de madera, la puso sobre sus piernas, agarro el borde con las dos manos, sintiendo el tacto frio de la madera y levantó la tapa.
No pudo evitar una decepción, habia matado a una persona por .... ¿unas fotos? Unas fotos en blanco y negro, de muy poca calidad, con interferencias.
La primera foto captó toda su atención, podia entreverse la caida del muro de Berlín. La República Democrática Alemana (RDA) abria sus fronteras a Occidente.
-¿Como? exlamo en voz, alta. Pero si Alemania sigue dividida en dos, y también Berlín Oriental y la parte Oeste. Mijaíl Gorbachov y Helmut Kohl se encontraban en negociaciones, pero esa noticia todavia no se habia producido. ¿Era una broma? Por detrás alguien habia escrito una fecha, el 9 de noviembre de 1989. Esto tampoco tenia sentido, aun faltaban casi dos meses para ese dia.
-Estas fotos no parecen inventadas. Pensó mientras miraba con los ojos muy abiertos el resto de imágenes con fotos de playas devastadas, o dos edificios gemelos en llamas .

2 comentarios:

  1. SUBLIME, pero ya lo corregiré

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  2. Has estado a la altura y lo has sobrepasado...para cuando el siguiente capitulo!

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